10/6/09

buscando y esperando

Cinco de la mañana, como siempre ocurre en los días laborales, y en los de descanso, el molesto pero alegre sonido del despertador irrumpe en un sueño recurrente, un movimiento mecánico posa la mano izquierda de pedro sobre el botón de pausa, nuevamente el silencio acompaña la oscuridad. Cinco minutos después el alegre pero molesto sonido del despertador irrumpe nuevamente, borrando la imagen de un sueño mas largo que la suma de los que se habían dado durante toda la noche o por lo menos esa era la sensación que invadía a pedro mientras que con su mano derecha apagaba el despertador y después se arropaba nuevamente; una somnolienta meditación, con respecto cual es la duración de un sueño, inquieto a pedro, sin esfuerzo recordó que había soñado con un camino perdido entre las montañas, el lo recorría tranquilo mientras el ruido de la corriente de un pequeño riachuelo lo acompañaba, después de pasar un par de colinas azules llegaba a la parte mas alta del camino, desde donde se veía la casa donde vivía su mama, una pequeña casita de bahareque, de paredes blancas y puertas rojas con helechos colgando de las ventanas y una columna de humo saliendo de la cocina.

Un ruido de una llave buscando abrir una cerradura le hizo olvidar lo que estaba recordando, después de un par de intentos fallidos por traerlo nuevamente del subconsiente desistió y simplemente se incorporo a su rutina la cual había construido de forma involuntaria a través de un par de años de residir en el mismo lugar.

Un suspiro y la determinación de levantarse, sacudir las sabanas y después tender la cama, poner una jarra de café en la estufa, tomar la toalla que estaba extendida en el borde de la cama y meterse en el diminuto baño, lugar que fusionaba la ducha con el sanitario y el lavamanos en algo menos de un metro cuadrado.

La ducha siempre era un lugar reconfortante, el chorro de agua fría que salia por un tubo de pvc a esa hora de la madrugada servia de motivación para terminar de despertar. Al salir del baño envuelto en la toalla hasta la cintura, un café con una cucharada de azúcar y una galleta eran el único alimento que pedro ingeriría en las siguientes 6 horas.

Mientras se vestía, escucho una voz que sonaba con tono de apuro: -¡don Juaco déme un cigarro y me presta la candela!- seguido por el sonido de una moneda contra una vitrina, –¿otra vez cogido de la tarde?- pregunto la voz ronca y burlona de don juaco, el tendero, -si, pero es que no me queda tiempo para nada, anoche trabaje hasta las 10 en la fabrica, no alcance a coger el bus y me toco caminar hasta la autopista y llegue a la casa casi a las 12 y hoy cojo turno de 6 a 6 y si vuelvo a llegar tarde me plantan un memorando, chaito don juaco-, grito la voz que cada vez sonaba mas lejos.

Pedro creyo reconocer la voz del apurado, debía ser Marcos, su unico amigo, un hombre de unos 40 años, padre de 3 hijos que vivia en la misma cuadra, trabajaba en una fabrica de repuestos para autos en el oriente de la ciudad, a pesar de trabajar horas extras solo ganaba el minimo, algun dia cuando hizo el reclamo al supervisor este le contesto "-que habia mucha gente mas joven con ganas de trabajar por esa plata-", marcos sintio ganas de darle un golpe a su jefe, pero penso que tenia razon; unos dias despues, mientras jugaban un "chico" de billar, uno de los pocos placeres que se podian permitir, Marcos le conto lo sucedido a Pedro y le pregunto en tono retorico: ¿Quien contrataria a un hombre de 40 años que solo sabe trabajar la soldadura?, pedro se quedo callado pensando que el tenia 30 y solo sabia archivar.

Pedro vivia en la parte alta de un casa de dos pisos, en una habitación sencilla donde se ubicaba una cama, una mesa donde habia una estufa electrica y un baul que servia de armario, en una esquina el baño y en la otra una ventana que daba a la calle, el acceso era por medio de unas escaleras que seguian a un pasillo oscuro. En la parte baja de la casa habia una pequeña tienda, la tienda de don juaco, un viejo bonachon, de mejillas rojas.

El piso de la casa era de madera, por eso las conversaciones que se daban en la parte inferior se escuchaban con nitides. Durante el año que llevaba viviendo en ese lugar habia aprendido a reconocer ciertas voces, como la de doña olga que todos los dias pedia 4 arepas, una libra de panela y dos huevos o la de “el negro” un colegial que compraba leche y pan para el desayuno.

.................... en construccion... continuara... o talvez no

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